jueves, 3 de noviembre de 2016

LOS ROSACRUCES

Por: Paul Sédir (*)

Existen seres sedientos de amor y de sacrificio que, luego de siglos y siglos de luchas y de trabajo, han llegado a la cumbre de la Ciencia y del Poder, místicamente reintegrados al esplendor primario de su condición de hombres, quienes no pueden soportar el doloroso espectáculo de sus hermanos que aún se encuentran perdidos en los lazos de la pasión y de la ignorancia. Eso los lleva a ser reenviados hacia la Creación y a participar, nuevamente, en sus dolores y en sus tentaciones. Son los misioneros, los apóstoles, los místicos puros, son los verdaderos Rosa+Cruces. Ruysbroeck, “el Admirable”, los llama “los niños secretos del Señor”. Su doctrina es indecible, ya que ellos profesan que no se debe saber nada si no se está anticipadamente convencido de ser absolutamente ignorante. Su libro es el Evangelio. Su práctica es la imitación de Jesús-Cristo.

Esta teoría y esta práctica parecen simples. Sin embargo, no hay nada más elevado a ser concebido y más difícil de ser realizado. Las más abstrusas especulaciones de los metafísicos hindúes o las austeridades más espantosas de sus yoguis desaparecen frente a la terrible profundidad de las máximas y de las enseñanzas evangélicas. Ellas sólo pueden ser comprendidas por aquellos que ya superaron, con trabajo y con sufrimiento, los extremados límites de la naturaleza humana.

Hablar de los Rosa+Cruces es algo casi imposible. Ellos forman un organismo invisible. ¿No se dieron a sí mismos el calificativo de “los invisibles”? Caballeros del Espíritu, ellos nada destacan que no sea el Espíritu, ellos no pueden ser conocidos mas que por el Espíritu. El Espíritu es libre de toda limitación, los eleva por encima de toda contingencia. Él los nutre, los inspira, los conforta; Él los resucita luego de cada una de las innumerables muertes que constituyen la existencia en la relatividad de los apóstoles de Dios y de Su Cristo. Viviendo del Absoluto, ellos viven en lo Absoluto.

Ellos mismos nos hacen entender el misterio de la unión espiritual entre los hermanos a través del tiempo y del espacio, de su unión espiritual con sus pares y con sus émulos (1), discípulos del mismo Maestro, consagrados al mismo apostolado. Según a lo que el Cristo dijo a sus discípulos: “Donde yo esté, vosotros también estaréis”.

Pero, al igual que el hombre no puede captar la divinidad en su manifestación, los hombres no pueden captar a los Rosa+Cruces, mensajeros de Dios, en sus manifestaciones.

“Es siempre en un período crítico cuando de ellos se oye hablar. Llegan en la hora y en el país en donde una forma social, que ya alcanzó su completa realización, tiende a deteriorarse; cuando los esfuerzos lentos y continuos del espíritu humano, en vez de convergir, como lo habían hecho hasta entonces, en la constitución y la afirmación de un organismo social, de un dogma religioso, de una síntesis científica, empiezan a divergir y a socavar el edificio construido por las generaciones anteriores (2)

Su nombre es su función.

Ellos pueden, si lo desean, ser invisibles y desconocidos para los hombres; si ellos quieren, pueden vivir en medio de los hombres y ser como estos; son libres; pero de todos modos están presentes para aquellos a quienes vienen a socorrer. Ellos adoptan las costumbres de los países en donde se encuentren. Y, en efecto, ellos pueden vivir en medio de los hombres sin ser identificados; apenas sus compañeros los reconocen por una cierta luz interior. El Cristo dijo: “El mundo no os conocerá”.

Esa es también la razón, por la que cuando cambian de país, cambian de nombre (3). Ellos pueden adaptarse a todas las condiciones, a todas las circunstancias, pueden hablar a cada uno en su lengua.

Ellos proceden de suerte que, lo que le tienen que decir al mundo, sea dicho. Aquellos que escriben o hablan en su nombre, expresan tan fielmente cuanto pueden los pensamientos, las inspiraciones que les son transmitidas por la vía espiritual.

Del mismo modo, estos heraldos del Absoluto no inspiran a sus apologistas cuando estos se preocupan en refutar a sus detractores. Estos, como aquellos, se comportan según lo que son capaces de comprender de la luz que tienen frente a sí.

“Extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (4), no deseando nada del mundo, ni belleza ni gloria, nada que no sea cumplir la voluntad de Dios, ellos soportan los fardos de los débiles, reaniman a los tibios, restableciendo la armonía en todas partes. Ellos pasan y el desierto se vuelve un prado: hablan y los corazones se abren al llamado del Divino Pastor. Ellos preparan el camino para Aquél que ha de venir.

Pero, ¿quién conocerá las fatigas, quien enumerará a los mártires aún desconocidos que aceptan, en su inmenso amor, estos pastores del Padre, para reconducir a las ovejas descarriadas que somos? El gran Cagliostro lo dijo en estos terribles palabras: “Vengo del Norte, de la bruma y del frío, abandonando por donde paso algunos pedazos de mí mismo, agotándome, reduciéndome en cada etapa, pero dejándoos un poco de claridad, un poco de calor, un poco de fuerza, hasta que yo sea, finalmente, detenido definitivamente al final de mi carrera, en la hora en la que la rosa florecerá sobre la cruz” (5).

Así, ellos han pasado inaccesibles en medio de los hombres, para iluminarlos y conducirlos a la Vida. Ellos vienen para recordarles a las criaturas las palabras pronunciadas en siglos pasados, para despertar en ellas el eco, que estaba en silencio, de las voces que antiguamente habían vibrado en sus corazones. Ellos vienen para trabajar en la renovación espiritual, para obtener mediante el esfuerzo cotidiano, la luz que ilumina a todo hombre que viene al mundo y que nosotros rechazamos, la misma que nosotros oscurecemos por nuestros deseos egoístas. Es allí, en dicha luz, donde está la única vía de regeneración individual, de redención colectiva.

La iniciación cristiana, en efecto, no tiene por objetivo, como en las iniciaciones del Lejano Oriente, la orientación metafísica para alcanzar un grado superior del Conocimiento; su finalidad es la Vida. La Vida es Amor y el pensamiento es la imagen invertida de la Vida. El amor es el único verdadero intérprete de la Verdad; el amor es la sabiduría suprema, tal como está escrito: “Aquél que ama a Dios, es aquél que conoce a Dios” (1ª Juan, IV, 7).

La organización interna de la fraternidad no fue revelada, ni sus secretos. Estos se referían, exteriormente, a la transmutación de los metales, al arte de prolongar la vida, al descubrimiento de las cosas que permanecen ocultas. Pero los Rosa+Cruces se autodenominaban magos a fin de enmascarar su verdadero pensamiento, su objetivo principal: la reforma del mundo, de la cual ellos eran los agentes predestinados. Y es esto lo que, por sobre todas las cosas, inquieta al lector de los escritos rosacruces. Más que los procedimientos que presentaban para obtener la piedra filosofal o para el elixir de la larga vida, más que el método que ellos pregonaban para alcanzar cierta fórmula del saber, los Rosa+Cruces llevaron a los europeos del siglo XVII, arruinados por las guerras, divididos entre el catolicismo y el protestantismo, desintegradas sus mentes por el espíritu de la crítica, palabras de concordia y de paz. En medio del egoísmo universal, ellos les recordaron a los hombres que son hermanos, hijos del mismo Padre; en medio de la anarquía creciente, ellos hablaron del Libertador, ellos reiteraron que el Cristo descendió para reducir todas las diferencias en un equilibrio estable y que Él volverá para reunir en un solo cuerpo a Sus servidores dispersos.

He aquí el mensaje traído al mundo por los Rosa+Cruces:


ELÍAS ARTISTA

La Rosa+Cruz esencial existe desde que ha habido hombres sobre la tierra.
Más allá del Sol amarillo que nos ilumina, hay otros seis soles, aún invisibles, que hacen que la tierra viva. Nuestro Sol amarillo tiene el propósito de producir la asimilación de las funciones vitales. Un otro Sol, el Sol rojo, tiene por oficio la construcción de los cuerpos terrestres; él rige la morfología, las afinidades físicas, químicas, intelectuales y sociales. Ese Sol rojo es la residencia del ser que Paracelso, el primero de aquí abajo, denominó de Elías Artista.

Elías Artista es el ángel de la Rosa+Cruz. Nadie puede saber quién es él, ni siquiera aquello sobre lo cual reposa. Todo lo que se puede decir es que él es una fuerza de atracción, de armonización y que tiende a reunir a los individuos en un sólo cuerpo homogéneo.

Así es como lo expresa Stanislas de Guaita:

“Elías Artista es infalible, inmortal, inaccesible –además– a las imperfecciones, así como a las corrupciones y ridiculeces de los hombres de carne que se ofrecen a manifestarlo. Espíritu de luz y de progreso, él se encarna en los seres de buena voluntad que lo evocan. Si estos llegan a tropezar en el camino, en ese momento el artista Elías ya no está más con ellos.

“Hacer mentir al verbo superior es algo imposible, aún cuando se pueda mentir en su nombre. Pues tarde o temprano él encuentra un cuerpo digno de él (aunque sea por un minuto), una boca fiel y leal (aunque sea por el tiempo de pronunciar una palabra).

“Mediante el cuerpo que elige o por la boca en la que coincide, ¿qué importa? Su voz se hace entender, potente y vibrante, de autoridad serena y decisiva prestándole al verbo humano la inspiración de lo Alto. Así, son desmentidos en la tierra aquellos que la justicia condenó a la incomprensión.

“Guardémonos de falsear el espíritu tradicional de la Orden lo que sería reprobado en lo alto al instante, tarde o temprano seríamos negados, aquí abajo, por el misterioso demiurgo que la orden saluda por el nombre: Elías Artista.

“Él no es la Luz pero, tal como San Juan Bautista, su misión es dar testimonio de la gloria de la Luz, la cual debe irradiarse desde un nuevo cielo sobre una tierra rejuvenecida. ¡Él se manifiesta por los consejos de la fuerza y deshace la pirámide de las santas tradiciones, desfiguradas por distintas capas de basura y de escombros que veinte siglos han acumulado sobre ella! Y que, finalmente, por él han sido abiertos los caminos para el adviento del Cristo glorioso –cuando su obra sea concluida– se desvanecerá en una gran aureola el precursor de los tiempos venideros, la expresión humana del santo Paráclito, el daimon de la ciencia y de la libertad, de la sabiduría y de la justicia integrales: Elías Artista.” (6)

Por otro lado, si mirásemos el sacerdocio de Melquisedec, cuyo sacrificio es la prefiguración de la Eucaristía, tendríamos que recordar que los sacerdotes “según la orden de Melquisedec” no consituyen una orden social sino un sacerdocio en donde el sacramento, representado por el pan y por el vino, es el sacrificio de sí mismo por el prójimo, por amor a Jesús-Cristo y por la unidad con Él.

En nuestra opinión, Elías Artista es una adaptación del Elías bíblico, quien debe regresar al final de los tiempos, junto con Enoc, para cumplir con su papel de testigos del binario universal. Sería prematuro decir quién fue Elías Artista o quién será. Todo lo que es útil saber es que ese nombre designa una forma del Espíritu de la inteligencia.

Eso es lo que entendían los Rosa+Cruces cuando decían que en el día “C” ellos se reunirán en un local al que llaman el Templo del Espíritu Santo. Pero, ¿dónde está ese lugar? (7). Ellos mismos no lo saben porque, según ellos dicen, es invisible.

Nosotros nos permitimos indicar a nuestros lectores, si quieren profundizar el estudio de este tema misterioso, que mediten en la historia de Enoc, el padre simbólico de la Rosa+Cruz, inventor de la tradición, de la ciencia y que también escruten los monumentos que la leyenda le atribuye a él.

* Este texto corresponde al Capítulo II (Les Rose-Croix), del libro “Histoire des Rose-Croix”, de Paul Sédir (Bibliotheque des “Amitiés Spirituelles”, Paris).

Versión al español por el Grupo Aurora, noviembre de 2016.

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NOTAS DEL AUTOR:

1) El itinerario de los viajes de Christian Rosenkreutz indica tanto las filiaciones de la Fraternidad rosacruz como las de otras tradiciones, principalmente, con las de ciertos centros instalados en Egipto y con ciertas Fraternidades musulmanas con las que el padre se habría reunido en Fez.

2) “L’Évangille de Cagliostro”, traducido del latín al francés y publicado por el Dr. Marc Haven (Lalande), París, 1909 – Introducción (Edición en español: “El Evangelio de Cagliostro”, Editorial Humanitas, Barcelona, 1987).

3) El nombre es el símbolo de la individualidad.

4) Hebreos, 11: 13.

5) “Mémoire pour le Comte de Cagliostro accusé; contre M. le Procureur-Général,  accusateur ; en présence de M. le Cardinal de Rohan de la Comtesse de La Motte, & autres co-accusés”, París, 1786.

6) Stanislas de Guaita: “Essais de Sciences Maudites – Trilogie” - París, 1897, 1915, 1949.

7) Christoph-Stephan Kazauer, resp. J. Ludwig Wolf: “Disputatio Historica de Rosacrucianis”, Wittenberg, 1715.

martes, 11 de octubre de 2016

PRESENTACIÓN


A continuación, ofrecemos un fragmento de la obra "De los Errores y de la Verdad" (1775), escrita por Louis Claude de Saint-Martin, que nos ayuda a empezar a entender la verdadera condición del hombre contemporáneo...




DE LA CAUSA DE LOS ERRORES(*)

     Es un espectáculo desolador, cuando queremos contemplar al hombre, observarlo atormentado por el deseo de conocer –sin conseguir percibir las razones de nada– y, sin embargo, teniendo la audacia y la temeridad de querer explicarlo todo.
     En lugar de considerar las tinieblas que lo rodean y de comenzar por sondear la profundidad de las mismas; él avanza –no solamente como si estuviera seguro de disiparlas– sino también como si no tuviera obstáculos entre la Ciencia y él: Pronto, incluso se esfuerza en crear una Verdad, osa en colocarla en el lugar de aquella que debería respetar en silencio y sobre la cual no tiene hoy casi ningún otro derecho, que no sea el de desearla y de esperarla.

     Y en efecto, si él está absolutamente separado de la Luz, ¿cómo podría él solo encender la antorcha que debe servirle de guía? ¿Cómo podría él, por sus propias facultades, producir una Ciencia que despeje todas sus dudas? Estas luces y estas apariencias de realidad que él cree descubrir en su imaginación, ¿no se desvanecerán ante el más simple examen? Y después de haber creado fantasmas sin vida y sin consistencia, ¿no se verá obligado a reemplazarlos con nuevas ilusiones, que pronto correrán la misma suerte, y que lo dejarán sumido en la más terrible incertidumbre?

     ¡Dichoso –sin embargo– si su debilidad fuese la única causa de sus errores! Su situación sería mucho menos deplorable porque no podría, por su naturaleza, encontrar reposo sino en la verdad, cuanto más dolorosas sean sus pruebas, más le servirían para devolverlo a la única meta que está hecha para él.

* Traducido al español por el Grupo Aurora, de la edición en francés de 1782.